Entrenamiento funcional
Controla tu cuerpo, domina el entorno y diviértete entrenando.
El control
motor
El ser humano se mueve. No parece un gran descubrimiento y
sin embargo mucha gente todavía no lo ha descubierto. El movimiento es la forma
que tenemos de interactuar con el entorno que nos rodea. Una acción motora (por
ejemplo empujar un sillón) viene precedida siempre de un estímulo del entorno
que activa los mecanismos sensoriales (lo vemos), tras lo cual se activan los
mecanismos neuromotores que activan la musculatura adecuada en el momento
pertinente; y así nos relacionamos con el entorno. Con lo cual, para ser
capaces de conseguir nuestro objetivo (desplazar el sillón) necesitamos fuerza,
en primer lugar, y un correcto funcionamiento del sistema nervioso (SN) que
interprete el estímulo, procese la información y transmita la orden de manera eficiente. Estamos controlando
nuestro cuerpo.
El control motor es el responsable de
que nuestro sistema músculo esquelético responda tal como deseamos y depende de
la calidad de nuestro SN. Evidentemente, para alcanzar un objetivo motriz es necesaria
una musculatura fuerte que sea capaz de mover las palancas óseas y de
estabilizar nuestra postura, pero tan importante como esto es un sistema
nervioso de calidad. Por eso es importante tener en cuenta a la hora de
entrenar aquello que ya decían en Pirelli
muy sabiamente: “la potencia sin
control no sirve de nada”.
Músculos
grandes, personas torpes.
¿Cuántas máquinas hay en un gimnasio? Mi respuesta es,
demasiadas. ¿Os habéis parado a pensar el espacio que ocupan? Demasiado. Más
que demasiado si nos fijamos en las funciones que desempeñan. Por ejemplo, un banco predicador ocupa un buen espacio y
pesa como un saco de tierra. En cambio sirve exclusivamente para realizar un único
movimiento: la flexión de codo con una barra Z. Una persona que incluya metódicamente este
ejercicio en su rutina de entrenamiento durante un año desarrollará una sección
muscular en el bíceps como un zepelín
pero, ¿qué hay del control muscular?
Si analizamos las máquinas de gimnasio nos damos cuenta de
que están completamente equipadas (y cada vez más). Se inclinan y reclinan para
controlar la postura de la espalda, se puede regular la altura del asiento,
dirigen y controlan el rango de movimiento y (algunas) hasta indican la
velocidad de ejecución en función del programa establecido. La consecuencia es
que todo
está bajo control y el usuario se limita a repetir un movimiento contra
una carga una y otra vez. Esto posibilita el aumento progresivo de la masa que
movilizamos y consecuentemente se producen ganancias de fuerza (vía hipertrofia).
Sin embargo, lo que está sucediendo es que es
la máquina quien está dominando el entorno y quien pone las condiciones y
no el cuerpo, por tanto, pese a las ganancias de fuerza, la transferencia a
actividades cotidianas o del ámbito deportivo es limitada, el desarrollo de la
musculatura estabilizadora inadecuado y el ajuste del sistema nervioso
deficitario. ¿Qué se concluye? De nuevo, mucha potencia pero poco control.
¿Qué
alternativas hay? El entrenamiento funcional
El entrenamiento funcional consiste en la repetición de
ejercicios que reproducen o imitan tareas de la vida cotidiana o del ámbito
deportivo. El cuerpo humano está diseñado para realizar movimientos complejos,
tanto en forma de desplazamientos (carrera, saltos, giros, trepas, reptas,
etc.) como en relación a un elemento externo (tracción, compresión,
lanzamiento, recepción, golpeo, balanceo, etc.). Se trata, por tanto, de
incluir cadenas cinéticas complejas como medio de transmisión de la fuerza en
lugar de segmentar analíticamente y concentrar la fuerza en un único grupo
muscular. Al fin y al cabo así funciona nuestro cuerpo y para eso está
diseñado. De esta forma nuestro cuerpo se convierte en la máquina
y somos nosotros quienes pasamos a dominar el entorno.
El entrenamiento funcional implica una ganancia de fuerza relacionada con mejoras en diferentes mecanismos nerviosos: coordinación
intermuscular (sinergia de acciones entre diferentes grupos musculares a través
de procesos reflejos de activación e inhibición), y coordinación intramuscular
(aumento del reclutamiento, la frecuencia y la sincronización y de unidades motoras del músculo, es decir,
mejor entendimiento entre SN y sistema muscular).
Ventajas del
entrenamiento funcional
La principal ventaja del functional
training es que prepara nuestros sistemas para aquellas actividades para
las que están diseñados. El entrenamiento analítico por sobrecargas no, ya que
no existe ninguna actividad (cotidiana o deportiva) que requiera la aplicación
de tanta fuerza utilizando una sola palanca muscular. Por ejemplo, si queremos
lanzar el cebo de una caña de pescar lo más lejos posible implicaremos siempre
una cadena cinética que transmitirá la fuerza desde la punta de los pies hasta
el extremo de la caña. Nunca se nos ocurriría hacer exclusivamente una
extensión de codo. Por tanto, la principal ventaja es que ofrece unas
adaptaciones mucho más adecuadas y adaptadas a nuestras necesidades.
Por otro lado, el entrenamiento funcional permite
adaptaciones en el resto de capacidades físicas (resistencia, flexibilidad y
velocidad) además de la propia fuerza. También mejora el equilibrio, la
velocidad de reacción y la propiocepción, lo que se traduce en una disminución
del riesgo de sufrir lesiones. Un entrenamiento funcional completo, reduce
también la posibilidad de que se produzcan desequilibrios musculares laterales
o entre la musculatura agonista y antagonista.
Otra importante ventaja es su efecto sobre la motivación. El
entrenamiento funcional requiere movimientos complejos que activan nuestra
concentración y que, al mismo tiempo, nos hacen sentir protagonistas y dueños
de la propia acción (dominamos el entorno)
lo que repercute directamente sobre nuestra autoeficacia. Además, la libertad
del movimiento permite que las posibilidades sean infinitas y los ejercicios
innumerables. Por último y más importante, el entrenamiento funcional es mucho
más divertido que levantar pesas en una máquina y lo mejor de todo es que sólo
necesitas tu propio cuerpo.
Conclusiones
Si estás cansado de hacer los mismos ejercicios en el
gimnasio o no sientes que progresas prueba el functional training y verás cómo cambia tu interés por el
entrenamiento. En todas las salas
multifunción de los gimnasios podrás encontrar materiales alternativos (fitball, bosu, y otros elementos inestables, aparato de entrenamiento en
suspensión (TRX), cuerdas, cintas y gomas elásticas, espalderas, barras, step, etc.) adecuados para empezar a
controlar tu cuerpo. Pide asesoramiento profesional e infórmate bien de todas
las ventajas del functional training,
aprende controlar las variables de su carga o estrés funcional para adaptarlo a
tu programación de entrenamiento y diviértete entrenando.
me gusta.
ResponderEliminarEste blog parece nuevo , a mi también me gusta.
ResponderEliminarEfectivamente, acabo de empezar. Me alegro que os haya gustado.
ResponderEliminarPero con esto no se me va a poner el brazo como un zepelin que es lo que les gusta a las chustis
ResponderEliminarJajajaja. Supongo que depende de a qué "chustis" quieras gustarle.
ResponderEliminarTienes que tener en cuenta que esto es una metodología de trabajo susceptible a adaptarse a diferentes objetivos. Que las ganancias de fuerza vengan de la mano de cambios estructurales (hipertrofia) o cambios neurales en la musculatura dependerá de las variables que definen la carga de entrenamiento: nº de repeticiones y series, masa movilizada, tiempos de recuperación, velocidad de ejecución, etc.
Seguro que en tu rutina de entrenamiento realizas ejercicios de corte funcional realizados con peso libre o con cualquier implemento (como las dominadas o los fondos de pecho).